Mañana 30 de noviembre se celebra el Día del Influencer, o como dirían los más conservadores, del influente o influenciador. Sea cual sea el nombre, todos coinciden en una cosa: influyen. Influyen en la manera de hablar de sus seguidores, en su comportamiento en las redes, en los lugares que frecuentan y, por supuesto, también en los productos que consumen.
La figura del influencer existe en publicidad desde finales del siglo XIX. Todos tenemos en la mente el famoso ‘What else?’ de George Clooney para Nespresso o la imagen de Rafa Nadal firmando la cámara en los anuncios de Mapfre. Y es que siempre confiamos más en un producto si nos lo recomienda alguien a quien valoramos o admiramos. Pero en el contexto actual, en el que vivimos rodeados de estímulos, con infinidad de plataformas y canales que ofrecen contenido, y con la posibilidad de omitir o bloquear la publicidad, podemos decidir no consumir los anuncios. La publicidad tradicional ya no es suficiente; ahora hay que crear contenido útil que convenza al espectador para que lo consuma —por ejemplo, podemos ofrecerle una opinión sincera sobre el producto o una demostración de cómo se usa—.
¿Por qué influencers?
Mientras que los famosos tradicionales, las grandes celebridades de Hollywood, representan figuras lejanas e inalcanzables que forman parte de una especie de élite ajena al mundo corriente, los influencers se presentan como una figura con la que los seguidores sí se pueden sentir identificados. La mayoría publican contenido diario que incluye momentos cotidianos, y lo hacen desde su casa o sus entornos más íntimos. Este tipo de contenido, junto con el hecho de que el influencer le habla directamente al público e interacciona con él, provoca una sensación de cercanía en los seguidores, que no solo sienten una mayor empatía por el influencer, sino que también piensan que lo conocen y que pueden confiar en él. Por lo tanto, estos seguidores creen más en la veracidad y sinceridad de sus discursos, y toda esta confianza y credibilidad que le dan puede trasladarse, si se hace bien, a una marca.
Además, los influencers actúan como punto de reunión de miles de personas con características en común, ya sean sus intereses o aficiones, su ámbito de estudio o trabajo, su edad o género, o hasta sus principios y valores. Esto supone que, si sabemos encontrar a los creadores de contenido que mejor encajan con los conceptos que queremos vincular a la marca, no solo reforzaremos nuestra imagen, sino que la publicidad estará mucho más enfocada a nuestro público objetivo y les llegará de manera más directa. Por lo tanto, será más eficaz y efectiva.