Comunicar cómo una empresa vive y actúa según criterios de sostenibilidad es una de las tendencias en comunicación más relevantes para este año y ha llegado para quedarse. Los planes en Responsabilidad Social Corporativa que se están llevando a cabo desde hace años se han quedado cortos para cumplir con lo que el entorno exige.
Para empezar, existe una mayor concienciación ante el cambio climático y la necesidad de actuar, además de la adopción por parte de muchas compañías de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) promovidos por la ONU en la Agenda 2030. En paralelo, o incluso a causa de lo comentado, la Unión Europea está apostando claramente por modelos económicos más sostenibles, lo que deriva en un mayor apoyo a aquellas políticas y modelos de negocio que lo sean. Y, por si fuera poco, debemos sumar las peticiones de los ‘clientes’ que cada vez se muestran más exigentes a la hora de reclamar y vigilar las actuaciones medioambientales de las compañías. Prueba de ello es el estudio ‘The Rise of Sustainable Media’ realizado por Dentsu y Microsoft Advertisement, que muestra que el 91% de las personas encuestadas quieren que las marcas tengan en cuenta el medio ambiente y la protección del planeta a la hora de tomar decisiones.
Por todos estos motivos, la sostenibilidad tiene que formar parte de la estrategia de las compañías e instituciones. Y aquellas que sepan integrarla en su ADN, en su cultura y, por su supuesto, saber transmitirla y comunicarla a sus públicos de interés (tanto internos como externos), tendrán una clara ventaja a la hora de diferenciarse de la competencia, aumentar la ventaja competitiva y atraer talento, entre otros aspectos.
En este sentido, muchas empresas ya están actuando según esta premisa en la que la sostenibilidad está integrada en su modelo de negocio y comunican de forma proactiva qué hacen y qué les motiva a hacerlo a todos sus stakeholders. Y, para hacerlo de forma correcta, debe ser una comunicación transparente y honesta en la que la compañía vaya más allá de su área de actividad directa y se responsabilice de su papel en la sociedad y el entorno. Es decir, además de comunicar acciones y proyectos en materia de sostenibilidad, las compañías también deben implicarse en los retos a los que se enfrenta la sociedad, posicionándose y aportando su visión de futuro para ser parte de la solución.