Esta conocida ley de la física sobre la energía nos viene muy a mano para hablar del eterno debate acerca de la “inminente” desaparición del, por otra parte, milenario oficio de traductor. Aprovechando el Día Internacional de la Traducción, que se celebra el próximo 30 de septiembre, han vuelto a alzarse voces que pronostican el fin de la profesión en pocos años gracias al avance imparable de la inteligencia artificial, que ha permitido una traducción automática basada en redes neuronales. El rendimiento de estas potentes herramientas de traducción es tan alto que, según estas voces expertas, va a suponer la pronta desaparición de los traductores humanos. Nada más lejos de la realidad.
Es cierto que la inteligencia artificial adaptada a la traducción va a suponer tanto un desafío como una oportunidad para la mayoría de los traductores e intérpretes en activo, que van a tener que adaptarse en un mundo globalizado y pospandémico si quieren sobrevivir. Pero eso no implica necesariamente el fin de la profesión, como algunos agoreros se afanan en predicar, sino tan solo su transformación. De hecho, la demanda de traducción humana no ha parado de aumentar desde los años 90 y, ante un mundo globalizado, todo hace pensar que esta tendencia continuará.
El nuevo rol del gestor lingüístico
Lo que cambiará serán las funciones que adoptarán las nuevas generaciones de traductores, que integrarán las herramientas de inteligencia artificial en su trabajo diario, del mismo modo que en su día incorporaron los diccionarios. La disrupción tecnológica es, si cabe, mucho mayor ahora, por lo que requerirá de nuevas formas de trabajo en las que traductores e intérpretes adoptarán roles más enfocados hacia la posedición y a ofrecer soluciones de gestión lingüística a sus clientes.
Pese a los cambios que están por venir, nos atrevemos a vaticinar que el oficio de traductor va a estar, de una forma u otra, más vivo que nunca en el futuro, aunque solo sea porque, como la mayoría de las profesiones, tiene dos partes: una más mecánica, en la que las herramientas automáticas serán de gran ayuda, y otra más virtuosa, en la que el experto humano seguirá siendo imprescindible. ¡Feliz Día Internacional de la Traducción!