La comunicación que activa el talento

Todas las empresas desean atraer, incorporar, desarrollar y retener el talento. Pero ¿qué es el talento? Cuando hablamos de talento, nos referimos a la cualidad que destaca en una persona para hacer algo en concreto. Es un concepto relacionado con la inteligencia y la aptitud que puede ser muy evidente o estar latente, y aún por desarrollar y en ese caso nuestro rol como organización puede ser decisivo.

El interés por el talento es el interés por la transformación, las ideas nuevas y la disrupción, de forma que, si queremos talento, debemos estar dispuestos a gestionarlo, fomentar su desarrollo y optimizar el rendimiento del trabajo en equipo. Para ello, los expertos recomiendan:

  • Alinear la estrategia empresarial y los objetivos individuales a través del aprendizaje y la colaboración.
  • Capacitar a las personas y fortalecer el trabajo en equipo.
  • Seguir un plan de comunicación intercultural que respete unos valores comunes, la igualdad de género, la cultura del fracaso, el emprendimiento y la innovación.

En este sentido, el papel de la comunicación es dar a conocer las políticas de gestión del talento de la compañía, acompañar en la creación y detección del talento e interactuar con todos los grupos para poner en valor los beneficios mutuos de su desarrollo. 

Pero, además, la comunicación es la herramienta perfecta para mostrar aprecio por nuestros empleados (muchos de ellos confiesan que valoran ser apreciados por encima de un salario más alto) y una gran oportunidad para poner a los empleados en el centro, felicitarlos por un trabajo bien hecho y demostrar que la empresa quiere crecer con ellos y que ellos crezcan con la empresa.

De forma que no basta con comunicar los principales objetivos de la empresa; los empleados necesitan ver cómo lo que hacen se interconecta con lo que otros hacen para un bien común, porque en esa transparencia es donde crece la confianza, la responsabilidad y la colaboración.

En esta filosofía debe implicarse la dirección, el departamento de comunicación y recursos humanos, pero también el resto de los equipos. Porque, aunque los empleados son el objetivo de las acciones de comunicación interna, también deben ser el motor que las impulsa con un flujo que va en todas las direcciones.

La implementación de una cultura ‘employee-centric’

La respuesta a este desafío puede estar en promover una cultura centrada en los empleados, un entorno en el que se fomentan las ideas, la creatividad, la comunicación fluida y la innovación; en la que los empleados se sienten seguros para hacer sugerencias y desafiar el funcionamiento interno. Si no tenemos una cultura employeecentric, podemos empezar a poner las bases para construirla con procesos sencillos y rápidos que eliminen las barreras, favorezcan el intercambio de ideas y permitan que la información fluya. Algo tan simple como dar a los empleados la autonomía para tomar sus propias decisiones y desarrollar sus propios proyectos puede ser de gran ayuda. Porque, cuando las ideas se reciben de manera positiva, los empleados se sienten valorados. Y en este caso es mucho más probable que contemplen dar lo mejor de sí mismos.

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